martes, 17 de abril de 2012

Una de relatos propios


Saludos mis estimados lectores. Aunque ya lo publiqué en el blog de http://nikaku-dan.blogspot.com.es/, os pongo uno de los relatos que hice recientemente. 
Espero que podáis leerlo y os guste :)
Perdonad por las escasas entradas... último mes de 2ºbachiller... espero que pase pronto :)

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libre e inmortalCódigo: 1204161486461
Fecha 16-abr-2012 19:30 UTC

LIBRE E INMORTAL
París, siglo XVIII
Los humanos son juguetes de un destino maquiavélico,  que poco le importa el dolor, la sangre, o la injusticia. Simplemente los tortura divirtiéndose con ellos, como si fueran títeres de feria.

Corrían tiempos difíciles en Francia. Afortunadamente para nuestra decrépita y corrupta sociedad, todos los pueblerinos rumoreaban sobre una más que cercana revolución, cuyo objetivo era el fin del funesto régimen absolutista. Era un secreto a voces, y por ello su majestad pedía ayuda económica a las familias nobiliarias, para reforzar el ejército.  Pese a la importancia del asunto, a las mujeres siempre se nos tuvo desinformadas, como si formáramos parte del mobiliario de la casa. Gran número de ellas lo aceptan,  se preparan únicamente para darles hijos varones sanos y fuertes a sus maridos, con los que contraen matrimonio por contrato al nacer, al silencio, a olvidar la palabra libertad. Pobres e inocentes ilusas.  

Esa era la vida que  me hubiese tocado, pero que, por una vez, gracias al sino, no fue así. Fui criada en una bella hacienda, con enormes campos en los que mi padre, el marqués de Salisbury, explotaba a los campesinos trabajando sus tierras por un paupérrimo salario y miserables condiciones. Como yo nunca había sido del agrado de mi padre y siendo la menor de tres varones, me habían destinado a la habitación más alejada de la casa, con mi beata institutriz Marie y mi fiel amigo y mayordomo William, un misterioso y fornido joven inglés, que había partido a Francia por antiguos asuntos de dudosa legalidad en los que se había visto inmiscuido en Londres, hecho que solo sabíamos él y yo.
Únicamente se me permitía comer con mi familia los domingos, y acudir con ellos a la Iglesia. Para mí, era el peor día de la semana. La verdad, nunca me dijeron la razón de ese distanciamiento, de ese desprecio hacia una niña a la que su padre había vendido como un caballo apenas nacer a un ricachón duque al cumplir los 18 años.

Mi destino estaba escrito desde mi nacimiento, sin importar si era lo que yo deseaba o no. Pero en lo más profundo de mí, sabía que, de un modo o de otro, nunca me casaría con aquel decrépito duque, y que sería yo misma la que escribiría mi propio sino.
Así fue desde que me aislaron en aquella fría parte de la casa, en la que tenía amplía libertad, y en cuanto terminaba mis lecciones con Marie, Will me enseñaba lo que le habían enseñado a él de pequeño, lo interesante, lo importante, lo que querían que las mujeres ignoráramos: historia, geografía, matemáticas, literatura, etc.
Gracias a él, aprendí todo lo que hoy sé, también me mostró la putrefacción del sistema actual y a sacarme de esa corrupción de mundo en el que nos tenían. Una vez, se retrasó en su llegada a mis aposentos, y hasta bien entrada la noche no percibí su varonil fragancia. Como única luz una vela y vigilando constantemente la puerta, me dio un libro pequeño, con no más de medio centenar de páginas, y algo desgastado.

-Por favor mi señora, intente leerlo rápido y antes de que el sol asome por el horizonte. –Me había dicho algo nervioso.  
Ese fue mi primer libro prohibido. Un libro nuevo y peligroso para el mundo, por el que serías decapitado si te encontrasen leyéndolo. Se trataba de un ápice sobre la aparición de un nuevo Estado liberal, con la inclusión de una Constitución, en el que las palabras liberté, fraternité et égalité aparecían en repetidas ocasiones.
A mis 17 años, me consideraba una mujer revolucionaria y anarquista, cuyo más preciado valor era el momento del crepúsculo, cuando cierto mayordomo entraba en su alcoba y Nyx era testigo de lo que en aquellos aposentos ocurría.  
Aquella especie de cuento de hadas revolucionario en el que vivía era lo más parecido al paraíso para mí, hasta que, llegó el funesto día. El día de mi decimoctavo cumpleaños.
Por primera vez en mucho tiempo, una criada había acudido a buscarme para ayudar a arreglarme, ya que mi padre me había ordenado bajar al salón principal.
Una vez abajo, me percaté de todo. Mi padre y otro señor de su edad fumaban puros y brindaban con whisky cuando yo llegué.
Se trataba de mi futuro esposo, el duque de Guizot venía a fijar la fecha del enlace. Habiendo obviado las normas marcadas para las señoritas de mi edad, me negué rotundamente, haciendo atragantar a mi padre. Me negué y mil veces me negué inútilmente. Tras haberme dado una bofetada, mi padre mandó que me encerraran en mi habitación bajo llave, sin comida ni agua hasta el día de la boda.
Desesperación, ira y furia emanaban en mí. El bello cuento de hadas se había desvanecido en unos instantes, y de nada sirvieron los constantes golpes y súplicas para los guardias. Ni tan siquiera dejaron pasar a Marie y mucho menos a mi querido Will.  Ya nada había que hacer, los días pasaban, el miedo y la amargura venían a mí como los guerreros espartanos se enfrentaban en  la batalla.
La noche del tercer día, desfallecida en el suelo, y sin una sola lágrima más en el cuerpo, noté como una gélida mano me acariciaba la espalda y me llamaba. Pensaba que era un sueño o simplemente un delirio. Pero cuando conseguí abrir los ojos, en el medio de la oscura habitación y con la luna como único atisbo de luz, me percaté de la presencia real de alguien más en la alcoba.

-Elisabeth….-comenzó a decir. Al oír aquello supe que se trataba de Will, pero era imposible, ¿Cómo había conseguido entrar? y ¿por qué entraba el frío viento por la ventana? No recordaba haberla abierto.

- Mi deber es velar por tu seguridad y… esta es… la única manera de hacerlo… Lo siento mucho.

-¿Qu… qué dices Will? N..No compre..pren…do.-conseguí decir tiritando. No entendía nada de aquello, parecía que seguía soñando. Cuando la nube que cubría la luna la descubrió dejándome verlo mejor, finalizó diciendo sonriente con ojos irónicos y compasivos:

-Nunca más volverás a tener frío.
Entonces, todo pasó muy rápido. No sabía muy bien lo que estaba pasando. Noté sus afilados dientes en mi cuello, produciéndome un intenso dolor al principio, dejando que me estremeciera con cada gota de sangre que caía por mi piel, pero dando paso a un prohibido placer que nubló todos mis sentidos, y que me haría ser lo que siempre había soñado, pero nunca había conocido: libre e inmortal.

2 comentarios:

  1. Me encanta... tus relato está tan cargado de intensidad en todas las emociones que expones...

    Me encanta leerte ^___^

    ¿Es sobre el personaje del foro que creaste? ^^

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  2. Muchas gracias por el comentario tan halagador Covi 8D
    La verdad, no iba con esa intención, pero bueno, quien sabe... xDD

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