martes, 19 de junio de 2012

Relato Teatro Grecolatino 2012 (parte 1)

Saludos :)

Hoy os traigo un relato que envié al Concurso de Teatro Grecolatino 2012 de Asturias, gran cita clásica de Abril, y quedé segunda. He de felicitar a Borja Catropol, que se llevó el primer premio: )

Como es muy denso, un amigo me ha recomendado fragmentarlo, y así lo haré. Lo dividiré en tres entregas, que espero que os guste, y si podéis, dejadme un comentario o tweet porfi ^^


Registrado en Safe CreativeApolo y SofiaCódigo: 1204101454154
Fecha 10-abr-2012 18:22 UTC

Agaph daimoniwdhs (Un amor demoníaco)
Delfos, siglo V a.C.
Sección: Entrevista de la semana
Diario To Kalami

En el papiro que tienen en sus manos, les mostraremos la entrevista de esta semana, realizada por la famosísima periodista: Amanda Martakis, la cual  hará uso de sus dotes artísticas, deleitándonos con una encuentro muy esperado, muy delicado, muy peligroso, muy pasional, muy prohibido…

Una entrevista que nos hará comprender mejor los funestos hechos acaecidos días atrás, en nuestra amada ciudad, Atenas.
Para  ello, contamos con Héctor Paparizou, el hermano de la joven que ha acaparado todos los diarios de la ciudad por su desdichado sino.
 Nos narra en primera persona y en primicia lo ocurrido, para saber los motivos que llevaron a la segunda esposa de nuestro emperador a actuar del esperpéntico modo en que lo hizo…
Sin más dilación, me despido de ustedes y espero que la entrevista sea de su agrado.

Reciban un cordial saludo.
El director: Kostas Mercouri 


AMANDA: Muy buenos días. En primer lugar, me gustaría dar las gracias a nuestro invitado de hoy, Héctor Paparizou, ya que pese a los duros momentos  por los que atraviesan él y los suyos, nos ha brindado la oportunidad de ofrecerles esta entrevista en exclusiva para el diario To Kalami. Esperada para unos, temida para otros. Cuéntenos Héctor, ¿Cómo está la familia?


HÉCTOR: Pues se lo podrá imaginar Amanda… Momentos difíciles aparecen cada día, en los que tanto el ocaso como el crepúsculo carecen de sentido en nuestras vidas…
La luz que iluminaba mi día se apagó tan rápido como había venido Afrodita a rescatar a Paris en pleno campo de batalla troyano.

Pero antes de empezar, os quería agradecer todas las molestias que os habéis tomado por mí, pues aun habiendo venido repentinamente a la capital, y como único bagaje mis ropas portadas tal día, habéis sido los únicos que me ofrecieron cobijo y un lugar dónde poder descansar hasta que… Bueno, ya sabe usted el aparatoso proceso que tiene que atravesar ahora mi hermana…

AMANDA: Entiendo. No tiene por qué agradecer nada. Bastante es ya tener que pasar solo por estos delicados momentos…
Bien. A continuación, cómo ya habíamos acordado, le dejaré exponerse cómo a usted le venga bien. Evitaré interrumpirle, a menos que se trate de algo muy relevante.


HÉCTOR:  En el palacio del emperador de me encontraba hace un par de días, ya que fue orden suya que yo mismo me ocupara de los objetos personales de mi hermana. Recogiendo las últimas cartas de su arcón, me hallé con algo insólito.  Unos papiros escritos con sangre y con su propia letra.
Sin pesármelo dos veces y habiendo temido que alguien me los arrebatase, los escondí bajo mi túnica, prometiéndome leerlos en cuanto estuviera en un lugar seguro.
Tal fue mi sorpresa al haber descubierto su caligrafía, que no pude evitar emocionarme. Ambos habíamos aprendido a escribir juntos, y recuerdo perfectamente cuando ella escribía frases y yo pequeñas palabras… Dulces momentos que no podrán ser repetidos…

Aún fue ayer en la última hora de Sol que Apolo nos ofrecía cuando acabé de leer la última página. Más fue sorpresa al conocer el contenido de aquellos papiros rojos,  produciéndome una mezcla entre furia, dolor e impotencia, pues ya era demasiado tarde para poder realizar cualquier acto. Lágrimas traicioneras emanaban de las cuencas de mis ojos y caían sobre aquellos papiros de mi hermana...
Pero me niego a que su historia se ciña solamente a unos papeles con sangre… A continuación les expondré la vida de mi hermana. Un bello y esperanzador comiendo, para un funesto final.
Un catorce de febrero del 434, en la casa más alejada del pueblo de Delfos, nacía mi hermana Sofía.
Era una preciosa niñita que llamaba la atención por los rasgos tan atípicos que presentaba: tez blanca cuan campo de nieve cubriendo la verde hierba en invierno, y una melena rubia, que nada tenía que envidiar de la de Helena de Troya o comprable con los primeros rayos del amanecer enviados por Apolo.  

Esa preciosa criatura, el día de su nacimiento, consiguió algo insospechado hasta la fecha: logró que su llanto atravesara cientos, millones de kilómetros, ascendiendo desde Pangea hasta aquel lugar nunca pisado por mortal: el Olimpo.
Algunos dioses intercambiaron miradas, como si algo extraño estuviera a punto de pasar, otros, como Hefesto o Dionisio, siguieron con sus quehaceres.
Pero, allí, el corazón de cierta deidad soleada latió de distinta forma. Habiendo abierto los ojos como los escudos de los antiguos mirmidones de Aquiles, se olvidó de aquella preciosa ninfa con la que se hallaba y descendió a la Tierra con la misma velocidad con la que Aquiles el de los pies ligeros mataba troyanos en su cólera.
Apolo, notando como los vientos Bóreas y Céfiro le rozaba el rostro, no daba crédito a lo que sus oídos estaban percibiendo: un hermoso sonido que le atormentaba pero que a la vez le calmaba, combinando a la perfección una hermosa melodía que ni el mismo Orfeo sería capaz de interpretar.

Así, Apolo llegó hacia aquella pequeña casa del pueblo de Delfos, lugar del que había oído aquellos preciosos cantos de sirena.
En apenas unos instantes, ya estaba sobrevolando aquella pequeña casa, de una sola planta, a las afueras de la ciudad.
Allí, habiéndose apoyado en el borde de una ventana, observó el ser que producía aquel angelical sonido.
 Se trataba de una hermosa niña que acababa de venir al mundo. Aún siendo tan pequeña, su hermosura era equiparable a los cupiditos de Afrodita. Una pequeña rosa que…

- ¡Por favor, madre dígame que es! -gritaba una mujer que, por su situación en ese momento,  parecía que era la que había dado a luz.

Tras una larga pausa, en la que una señora más mayor acababa de lavar a la recién nacida que aún seguía emitiendo aquel hermoso llanto, seguía reinando el silencio en la habitación.

-¡Madre! -vociferaba desesperada la señora desde la cama.

Suspirando y dándole un ligero beso en la frente a ese nuevo ser dijo:

-Hija mía, has dado a luz a una sana y preciosa niña. Mírala Clitemnestra. ¿No es como un angelito?

Con una mirada de desaprobación, ésta le respondió:

-¡Oh, dioses! ¿Qué mal os he hecho para que me castiguéis de esta manera?

-No digas eso mujer, es solo un bebé y sabes que los niños sufren cientos de cambios a estas edades.

-¡Maldita sea! ¿Por qué, oh dioses, míos no me habéis dado un varón? ¿Acaso no os he rezado lo suficiente o dado las bastantes ofrendas? ¿Por qué?

-¡Calla! -espetó su madre con intención de darle una bofetada, pero rápidamente recordó el estado en el que estaba, y retrocedió con ira.- ¡Cuida esa lengua viperina que has concebido de tu difunto padre, y respeta a los dioses! Bastante han hecho ya, enviándote a un varón como ya lo tienes y a una niña sana. No oses volver a quejarte y agradece lo que tienes. ¡Insensata!

Clitemnestra dejó escapar algunas lágrimas de la rabia que sentía por dentro. Sería el hazmerreír del pueblo, ya que en la época daba muy mala imagen no tener los dos primeros hijos varones. 

-Ocúpate de ella. -fueron las únicas palabras de la tozuda mujer que se giró sobre la cama para que su madre y su hija no la viesen llorar.

-¿Es qué no piensas ni coger a tu hija?

No obtuvo más respuesta que el silencio.
Maldiciendo en voz baja por el ser en que se había convertido su hija, tan testaruda y retorcida, se dirigió hacia el otro extremo de la casa para evitar verle la cara y recordando el gran parecido con su marido.
Afortunadamente, había sido enviado a los infiernos tiempo atrás…
No podía ser verdad lo que acababa de hacer su hija, pero esperaría a que se le pasara el cansancio del parto. Aún así, la anciana preveía un precario futuro para aquella nietecita suya, que ahora le sonreía desde la cuna, inocentemente.

Una vez acabado con la limpieza y alimentación de la pequeña, la abuela la depositó de nuevo en la cuna para poder limpiar a su hija, aplicándole un ungüento en la zona dolorida y quitándole la sangre del cuerpo. La mujer aseó a su hija en silencio, observando cómo le daba la espalda a la pequeña.
Habiendo acabado su tarea, la abuela se dirigió a la humilde cuna donde se hallaba su nieta. Cogiéndola en cuello, la balanceaba delicadamente para que la niña se durmiera. Mirando a aquel angelito a los ojos, una lágrima traicionera se escapó del ojo de la señora.

-¿Cómo te llamaré?-preguntó sin esperar obtener respuesta.
 Paseando por la pequeña habitación, esperando a que la pequeña cerrara sus ojos, le vino a la mente un nombre. Respondiéndose a sí misma, contesta:

-Ya sé, te llamaré Sofía, que en nuestra venerable lengua, equivale a la sabiduría.

La escena era contemplada por cierto halcón negro como el azufre, el animal en el que se había coronado Apolo.
Tiempos nuevos y complicados augurará el oráculo para la deidad… 



(17 años después)

Cómo cada mañana, Sofía se preparaba para empezar con sus quehaceres. Terminando de colocarse la desgastada túnica, la joven salía de la casa cargando el cesto con la ropa sucia, dirigiéndose hacia el mar para lavarla. El sol se abría camino con su azafranado velo en el cielo, cuando la joven descendía por un angosto camino hasta llegar a los dominios de Poseidón.
Allí se encontraba una de sus mejores amigas, Ismene, que ya había empezado a lavar.

-Kalimera, Ismene.- la saludó sonriente.
-Kalimera. -respondió ella levantando la mano a modo de saludo.  

Suspirando, empezó a empapar en las aguas saladas las prendas, mientras un toque nostálgico aparecía en su mente: ¡cómo habían cambiado las cosas desde la repentina muerte de su abuela (única protectora de Sofía) ! A sus doce años, Sofía había perdido a la persona que más quería en toda la Hélade. 
Un animal que no habían identificado la mordió cuando fue a buscar unas hierbas curativas para el hermano de Sofía, que había contraído un catarro. Fiebres y vómitos fueron sus predecesores, llegando al delirio. Los médicos no sabían cómo tratarla, de modo que para evitar que siguiese sufriendo, recomendaron a la familia el sacrificio de tan bella persona.
Sofía fue la que más lloró su pérdida: cada semana iba a su tumba, a la que llevaba bellas flores y hablaba con ella, contándole sus problemas, como si la estuviera escuchando de verdad. Para Sofía era uno de los momentos más bellos de la semana, pues se sentía protegida.

A partir de su muerte, la cruel madre de Sofía le obligó a hacer las tareas que tenía su madre que, casualmente, eran las más arduas: limpiar a los animales, lavar las prendas, transportar varios barreños de agua al pozo…
A ojos de un mortal, Sofía era la esclava de la familia: ni sus dos hermanos ni sus padres hacían ademán de ayudarla.
Sin embargo, la madre era la que más odio inexplicable le tenía, llegando a azotarla cuando no cumplía bien una tarea.
Sus hermanos y su padre la respetaban, pero no hablaban mucho con ella…
Pese a todo, Sofía nunca se quejaba, nunca dejaba entrever su sufrimiento, siempre obedecía a lo que le ordenaban por muy costoso que le fuera, incluso llegando a no poner resistencia a los duros golpes que se madre le propinaba…

La joven esperaba a las últimas horas de la tarde, cuando el crepúsculo se acercaba, para ir al templo del dios Apolo, cuando en su casa ya se retiraban a dormir.

Primero, se dirigía a la casa de la deidad. De esa misma deidad por la que, inexplicablemente, siempre tuvo una gran curiosidad. De pequeña, le preguntaba a su abuela por él, escuchando grandes hazañas y proezas del dios. Cuando falleció, había empezado a acudir a las reuniones que se hacían en la plaza del pueblo, dónde los sabios ancianos relataban historias con una pasión y veracidad que solo podía ser helena. 

Una vez en el templo, Sofía comenzaba a relatar ante la estatua del dios, lo que había hecho en el día, llevándole siempre alguna ofrenda. Principalmente, eran flores recogidas en el camino, pues no poseía de mucho poder para adquirir otro presente.
Una vez, le había pedido al dios, que la ayudara a salir de aquel lugar, anhelando ir a la patria de la diosa de la sabiduría, Atenas, o ir a visitar la belleza de la Biblioteca de Alejandría. 
Apolo la contemplaba siempre desde la distancia, dolorido por no poder convertirla en su esposa, pues no había conocido a niña tan noble y honorable como aquella, desde el primero de sus llantos, hasta aquel momento, no había dejado de observarla y protegerla. Aunque bien sabía él que Zeus lo tenía vigilado, pues ya los dioses tenían prohibido interferir en los asuntos de los humanos, salvo que los titanes fuesen liberados de nuevo.
Sin embargo, nadie le podía impedir observarla, contemplar a aquella hermosa joven que había encandilado al dios. El único momento del día en el que podía “tocarla” era cuando aquella joven se acercaba a él en el atardecer, y sus fortísimos rayos rozaban aquellos níveos brazos, aquel precioso rostro… 

En una de sus visitas, Sofía le había pedido a Apolo que ojalá alguien le enseñara a leer aquellos pergaminos, y sorprendentemente, días más tarde, un antiguo filósofo, se hospedó en Delfos, para estudiar mejor al oráculo del pueblo, y le había ofrecido a la joven enseñarle el arte y la belleza de la lectura.


Tras acabar sus rezos y oraciones, Sofía salía para contemplar desde la cima de la colina cercana a su hogar cuando su deidad preferida, Apolo, guardaba el Sol, cerrando los ojos, y sonriendo sin saber por qué.

Para ella, ese era un momento mágico, el cual había repetido día tras otro de grosso modo. Sentía como el calor del sol impregnaba cada célula de su cuerpo, acariciándola delicadamente, dándole la sensación de estar en el mismísimo Olimpo…
Pero cuando finalmente Nyx se abría camino, la magia se acababa, los azafranados rayos del sol se retiraban para dar paso a un manto de estrellas y a una oscuridad prominente. Volviendo a la realidad, lágrimas traicioneras se capaban de los ojos de la joven.
Y como cada día, Sofía se dirigía a su casa con la luz de la luna de fondo, reviviendo una y otra vez la calidez de Apolo, abrazándose a sí misma para no perder aquel ápice de felicidad.

Unas ligeras gotas de agua de agua salada caídas en su rostro, desembelesaron a Sofía de sus pensamientos.

-¡Despierta Sofi! –había dicho una voz.
Parpadeando un par de veces, la joven se percató que se trataba de Teuclides,
su gran amigo de la infancia, que venía cargado tras la pesca.

[Continuará...]

domingo, 17 de junio de 2012

¡ Re-inauguración del blog !

Como habéis podido ver, el blog ha estado estos días "cerrado por obras" y aquí volvemos con nueva imagen. Me gustaría dar las gracias a Borja Castropol, administrador del blog Entre páginas de libros, que ha sido el artista que ha transformado la página, y lo más importante, me ha aguantado a mí, y eso tiene mérito. En serio, muchas gracias por haberme ayudado en vista de mi escasa cultura informática y haber transformado el blog.


Bien, tras haber terminado ya Bachiller y Pau, me espera un verano no menos agitado (autoescuela, viajes, trabajo, pintura, etc) Además me he propuesto terminar una de mis novelas antes de empezar la Universidad. Como muchos de vosotros os he dado la tabarra con mi indeciso futuro, me gustaría daros la feliz noticia de que ya me he decidido: voy a hacer Filología Clásica y con las convalidaciones Hispánica (o bueno como lo llama ahora Bolonia, Grado en Estudios Clásicos y Románicos, etc)
Mucha gente me ha dicho que estoy loca, pero hoy por hoy, es lo más claro que tengo en la vida.

Bueno no os molesto más, resumiendo, que ahora sí que sí, prometo actualizar más a menudo, y aunque ahora esté un poco escaso, el blog se irá rellenando poco a poco ^^
Me gustaría que me dejarais un comentario o un tweet @Rocio__Martinez para ver si os gusta el resultado.
Os dejo un vídeo de la BSO de la película de Blancanieves Mirror Mirror, "I believe" (pendiente de reseña) como despedida ^^


Un saludo
Roseh Gium